Trata de niñas, niños y adolescentes en contextos de movilidad
Diversos informes han documentado la serie de riesgos que corren las personas migrantes al ingresar a México (Aguilar, 2024; UNICEF, 2023; REDLAC, 2020). REDODEM compartió el hecho de que las personas migrantes, comúnmente coinciden al manifestar que a pesar de los peligros preferirían pasar por la selva del Darién25 (entre Colombia y Panamá) varias veces, antes de pasar nuevamente por México ante sus niveles de violencia extrema.
Los riesgos para las poblaciones migrantes ya no son exclusivos de ciertas regiones en México, el territorio completo es una zona de riesgo para las personas en contexto de migración, y más bien existe el catalogar las entidades como más o menos peligrosas26, pues se ha demostrado que, las personas en contextos de movilidad se han convertido cada vez más en un negocio lucrativo27. Los perpetradores –usualmente grupos criminales locales o transnacionales, e incluso autoridades— dan por hecho que al migrar las personas portan cantidades fuertes de dinero, o bien, cuentan con familiares en sus lugares de origen o en el extranjero quienes pueden enviarles recursos monetarios para pagar los rescates.
Los peligros a los que están expuestos amenazan su seguridad, su integridad física, su libertad y sus derechos humanos. Entre los más comunes que enfrentan son el robo, la extorsión, el secuestro, la trata de personas, la desaparición; o adversidades como los climas extremos, falta de comida, agua y cobijo; e inclusive actitudes xenófobas y racistas.
Si bien los riesgos afectan a todas las personas en contextos de movilidad, hay ciertas condiciones28 como la edad, género, nacionalidad, orientación sexual e identidad de género, situación migratoria, la existencia de alguna discapacidad, e inclusive la situación económica de las personas que, las expone a mayores intensidades de riesgos. Dentro de los grupos en contextos de movilidad que son expuestas a mayor vulnerabilidad se encuentran las niñas, niños y adolescentes, quienes viven riesgos y necesidades específicas particularmente por su edad, nivel de dependencia y barreras para defenderse a sí mismos (Redlac, 2020).
Al igual que las personas adultas en contextos de movilidad, las infancias y adolescencias que viajan de manera irregular –acompañadas, o no— son quienes están en una mayor vulneración pues las restricciones migratorias han hecho que se utilicen rutas más inhóspitas con menor presencia de servicio médicos y asistencia, para evitar los controles migratorios y sean aprovechadas por parte del crimen organizado (Verduzco & Brewer, 2024). Las niñas, niños y adolescentes no acompañadas son más susceptibles a caer en redes de tráfico, trata de personas y reclutamiento forzoso por parte de grupos del crimen organizado ya que, ante la imposibilidad de viajar en rutas regulares para disminuir el riesgo de ser detenidos por autoridades migratorias, recurren a una mayor clandestinidad y/o el pago de servicios de un coyote, o aceptar colaborar en actividades delincuenciales para obtener la protección de grupos del crimen organizado.
En cuanto a la nacionalidad, aquellas niñas, niños y adolescentes –acompañadas, o no— extranjeras o comunidades mexicanas quienes no hablan español, enfrentan vulnerabilidades adicionales debido a las barreras del idioma, y un total desconocimiento sobre la cultura e incluso los peligros a los que se pudieran enfrentar, por lo que los grupos de delincuencia organizada se aprovechan de su desorientación, el desconocimiento de formas y medios de tránsito e incluso sobre los costos y peligros en la región (Aguilar et al, 2024; OIM 2022).
Durante su travesía, la salud de las niñas, niños y adolescentes se puede ver amenazada por las hostilidades del clima, la falta de alimentación, de agua, el acceso a servicios básicos, y la exposición de enfermedades. Y al enfermar, esta se puede exacerbar al no buscar atención médica inmediata ante el temor de poder ser detenidos por las autoridades.
Teniendo en cuenta que las rutas migratorias convergen con territorios controlados por el crimen organizado, es común que sin importar si se encuentran acompañados de algún familiar adulto, o no, sean secuestrados durante su tránsito para que, a partir de las infancias o adolescencias, se les exija el pago de rescate a sus familiares (Unicef, 2023). Las mujeres, tanto adultas como adolescentes, están expuestas a niveles altos de violencia debido a su género que incluye acoso, abusos sexuales y violaciones (Plan International, 2023); además que estos riesgos se exacerban cuando viajan solas, o incluso cuando vienen acompañadas de infancias aún más pequeñas. Infancias que, no solo están expuestas al riesgo de la violencia física, sino que también impacta a su salud mental.
Las desapariciones son otro fenómeno cada vez más habitual, como lo plantea Plan International (2023) porque remarcan la incidencia entre las adolescentes de 10 y 19 años con redes de trata de explotación sexual, feminicidios y crimen organizado.
Así como las personas adultas, las niñas, niños y adolescentes se ven aún más expuestas a temas de secuestro, extorsión o incluso temas de trata o eventualmente desaparición, en dinámicas de desplazamiento, particularmente cuando es forzado, pues sigue habiendo algunos incidentes de detención en donde se corre el riesgo de la separación familiar. El tema de explotación laboral y sexual también es frecuente. El trabajo infantil muchas veces vinculado con la falta de recursos de sus padres o sus adultos cuidadores.
Oficial de protección a la infancia, ACNUR
REDLAC (2020a) señala que en los países del norte de Centroamérica (Guatemala, Honduras y El Salvador) la contratación de coyotes para llegar a Estados Unidos es una práctica cotidiana. Pues, son su principal fuente de información respecto a la migración, y pareciera que algunos al haberse insertado en redes transnacionales y modificar sus movimientos según los cambios políticos29, garantiza la llegada a su destino final. No obstante, viajar de esta manera no los exime de un riesgo a ser secuestrados, abandonados y/o caer en redes de trata de personas.
Por otra parte, en cuanto a los perfiles de niñas, niños y adolescentes solicitantes de asilo, desplazados internos o retornados, a pesar de la creencia de que pudieran tener mayor seguridad al tener una condición migratoria regular, los riesgos siguen latentes. En el caso de las infancias y adolescencias solicitantes de asilo, ya sea en México o en Estados Unidos, resultado de los tiempos de espera en territorio mexicano para conocer su resolución u obtener una cita en frontera norte, ha llevado a que las personas ocupen los servicios de albergues por un tiempo mayor que ocasiona su saturación. Lo anterior ha limitado la capacidad de vigilancia ante alguna situación de peligro, o bien, frente a la escasez de espacios hay una mayor población que se asienta en los alrededores de los albergues u oficinas, donde se incrementa la exposición a diferentes riesgos por parte de la delincuencia o de las autoridades.
Los albergues que no cuentan con tanta capacidad, sobre todo humana, y ante esta saturación, entran como en esta disyuntiva de qué hacer primero, si solventar necesidades básicas fundamentales o construir alternativas para la documentación de estos casos que pareciera tráfico o trata, cuando en muchas ocasiones desafortunadamente son una o dos personas las que están de tiempo completo en el albergue. Lo que se hace es que, si se llega a observar, se canaliza.
REDODEM
Además, ACNUR refiere que estas esperas han contribuido a que un menor número de niñas, niños y adolescentes tengan acceso a la educación30 por lo que tienen un mayor tiempo de ocio que, en conjunto con la vulnerabilidad económica, aumenta el riesgo de que puedan caer en redes de trata al ser engañados con ofertas laborales, u otro tipo de promesas hacia lograr su bienestar. O bien, optan por abandonar sus trámites y realizar un cruce de manera irregular con los riesgos que implica.
Para el caso de las infancias y adolescencias mexicanas desplazadas de manera interna, aún al ser nacionales, también tienen diversos desafíos que les coloca en estado de mayor vulneración, pues al no contar con estructuras familiares y/o comunitarias cercanas, tener la necesidad de resolver el acceso a servicios básicos, y/o tener un riesgo latente de sufrir persecución interestatal por parte del actor que generó su desplazamiento (UNICEF, 2022); las coloca en un estado de extrema necesidad en la que pueden ser fácilmente enganchadas por parte de grupos del crimen organizado si les ofrecen empleo, o una manera “fácil” de cruzar hacia Estados Unidos; escenarios que las expone a ser víctimas de explotación, abuso y abandono (Fernández-Maldonado, 2023).
En el caso de las infancias retornadas, existe la posibilidad de que si no se realiza una investigación minuciosa o se da el seguimiento sobre el contexto y las condiciones a las que regresa la niña, niño o adolescente, puede encontrarse en los mismos escenarios de riesgo que detonaron su salida y reiniciar su ciclo migratorio con las implicaciones de inseguridad que eso representa.
Hasta este momento, es posible tener un panorama sobre la multiplicidad de riesgos a los que están expuestas las niñas, niños y adolescentes en contexto de movilidad humana y del cual, pueden existir otros delitos como la trata de personas o la desaparición contra de ellos, los cuales serán abordados en los siguientes subapartados.